Cómo terminan las democracias

Por: Revel, Jean-FrancoisTipo de material: TextoTextoBarcelona; Planeta, 1984Edición: 4ta. EdiciónDescripción: 346 páginasTipo de contenido: text Tipo de medio: unmediated Tipo de portador: volumeISBN: 843207859Tema(s): REALIDAD MUNDIAL | DEMOCRACIA OCCIDENTAL | POLÍTICA | UNIÓN SOVIETICAClasificación CDD: 321.8.947.084 Resumen: Jean-Francois Revel analiza con su rigor y clarividencia habituales las circunstancias y cauras de la situación actual, desmonta pieza a pieza el mecanismo de las mismas y apoya su poderosa dialéctica con multitud de ejemplos abrumadores. La democracia ?afirma? está menos amenazada que nunca en el interior y más que nunca desde el exterior. Y señala que ello es así porque el fenómeno fundamental en la democracia es la incomprensión del totalitarismo en general y particularmente del totalitarismo comunista. Y cita ejemplos muy significativos: el de las quintas columnas políticas, porque ahuyentar los caballos de Troya sin faltar a las reglas democráticas es casi imposible, o el mito de la distensión. Sorprende a Revel el desconocimiento de Rusia y su sistema del que han dado tantas pruebas los políticos y diplomáticos occidentales. Como ejemplos muy significativos nos habla Revel de lo que llama el mal uso de las sucesiones o milagro de Moscú y del complejo de cerco. Se refiere primero a las tantas veces defraudadas esperanzas que suscitan en Occidente los relevos en el poder supremo del Kremlin. Se supone entonces que un gran liberal sucederá al difunto y se proclama en seguida la necesidad de hacer concesiones inmediatas. Tan ingenua como esta posición, es la de prestarse al chantaje del complejo de cerco, uno de los más viejos trucos de la diplomacia soviética. A juicio de Revel el sistema totalitario es el gran ganador. Según él, los rusos han explotado muy bien la desinformación de la que han hecho una auténtica ciencia de los fallos de las democracias, mientras éstas tienen una ignorancia fundamental de las debilidades de la sociedad soviética. Por otra parte, afirma Revel, la lucha se desarrolla en una gran desigualdad de condiciones. En algunas democracias los comunistas tienen representación parlamentaria, forman parte de los ayuntamientos ?en muchos casos detentan las alcaidías?, disponen de un órgano de prensa y su partido es reconocido legalmente. Por el contrario, ningún ciudadano soviético puede crear un partido procapitalista, ni ese partido presentar candidatos a las elecciones ni conquistar alcaidías, poltronas en el Soviet Supremo o en el Politburó, lanzar periódicos anticomunistas y recibir para todo ello una ayuda financiera directa o indirecta de Occidente.
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Jean-Francois Revel analiza con su rigor y clarividencia habituales las circunstancias y cauras de la situación actual, desmonta pieza a pieza el mecanismo de las mismas y apoya su poderosa dialéctica con multitud de ejemplos abrumadores. La democracia ?afirma? está menos amenazada que nunca en el interior y más que nunca desde el exterior. Y señala que ello es así porque el fenómeno fundamental en la democracia es la incomprensión del totalitarismo en general y particularmente del totalitarismo comunista. Y cita ejemplos muy significativos: el de las quintas columnas políticas, porque ahuyentar los caballos de Troya sin faltar a las reglas democráticas es casi imposible, o el mito de la distensión. Sorprende a Revel el desconocimiento de Rusia y su sistema del que han dado tantas pruebas los políticos y diplomáticos occidentales. Como ejemplos muy significativos nos habla Revel de lo que llama el mal uso de las sucesiones o milagro de Moscú y del complejo de cerco. Se refiere primero a las tantas veces defraudadas esperanzas que suscitan en Occidente los relevos en el poder supremo del Kremlin. Se supone entonces que un gran liberal sucederá al difunto y se proclama en seguida la necesidad de hacer concesiones inmediatas. Tan ingenua como esta posición, es la de prestarse al chantaje del complejo de cerco, uno de los más viejos trucos de la diplomacia soviética. A juicio de Revel el sistema totalitario es el gran ganador. Según él, los rusos han explotado muy bien la desinformación de la que han hecho una auténtica ciencia de los fallos de las democracias, mientras éstas tienen una ignorancia fundamental de las debilidades de la sociedad soviética. Por otra parte, afirma Revel, la lucha se desarrolla en una gran desigualdad de condiciones. En algunas democracias los comunistas tienen representación parlamentaria, forman parte de los ayuntamientos ?en muchos casos detentan las alcaidías?, disponen de un órgano de prensa y su partido es reconocido legalmente. Por el contrario, ningún ciudadano soviético puede crear un partido procapitalista, ni ese partido presentar candidatos a las elecciones ni conquistar alcaidías, poltronas en el Soviet Supremo o en el Politburó, lanzar periódicos anticomunistas y recibir para todo ello una ayuda financiera directa o indirecta de Occidente.